Dentro de la serie de problemas de sueño en los niños en la que hemos tratado las pesadillas ahora vamos hablar de los terrores nocturnos.
Son episodios de despertar violento que se suelen producir en la primera parte de la noche, durante las fases en las que no se sueña, es decir, en los momentos de transición de una fase de sueño a otra; se producen por tanto en las fases no REM.
La principal es que la pesadilla se da en las fases en las que el niño sueña, en la fase REM, mientras que el terror nocturno se da en la fase no REM, cuando el niño no está soñando.
En el terror nocturno el niño se incorpora desde la cama dando gritos, llorando, sudando… el hecho de que haga esto y con los ojos abiertos no significa que esté despierto, más bien todo lo contrario. Muchas veces los padres esperan a que después de este episodio se despierte, y cuando esto ocurre, después de varios minutos, el niño está totalmente desorientado, no sabe dónde está.
Generalmente, los terrores nocturnos suelen tener su zenit sobre los 2 – 3 años, desapareciendo por completo al llegar a la adolescencia, lo que hace suponer que va parejo con el desarrollo evolutivo del niño.
Los terrores nocturnos son más habituales en los varones que en las niñas.
Al igual que con las pesadillas, la mejor recomendación es tener una buena higiene del sueño, es decir, evitar películas de terror, irse pronto a la cama y llevar una vida organizada.
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